domingo, julio 30, 2006

Unas manos alzadas


Unas manos alzadas,
provocadoras,
suplicaban caricias al cielo.

Buscadoras de colores sinceros
para manchar su blanca y negra existencia.

Corazón desatado.

Bailaban sus miedos.
¡Perversa danza!
Sus ojos recitaban
antiguas oraciones,
primitivos conjuros,
invocando dragones,
druidas y brujos.

Por fin,
una lluvia sorda
se deslizó por su cara.

Lluvia y llanto se fundieron,
atracaron en el seno de su boca.

Desbocados,
sus labios sonreían.

Su sonrisa transformó la sabrosa lluvia
en gaseosas partículas de agua,
vaporoso paño
pespunteado por el brillo de sus ojos.

Cálida niebla,
placentera niebla.


Su vista, embrujada,
fue testigo de la unión.


Sierra y lago se fundieron
envueltos en cálida niebla
bajo los rayos del sol.

Vivos colores laten
dentro de su corazón.
Sus acariciadas manos,
desnudan un nuevo amor.

Soñando contigo

Soñando contigo,
viviendo sin ti,
sufro calladamente
el síndrome de tu ausencia.

Ausencia ausente,
pues tus ojos,
porteadores de la risa,
rutilan en mi mente
avivando mi sonrisa.

Tus labios,
ancestrales y traviesos,
provocan en mi corazón
una resaca de besos.

Y tus manos,
expertas incansables,
van dibujando en mi cuerpo
caricias inconfesables.

Soñando en tu ausencia,
ausente ausencia.