Pertrechado de ilusiones,
ávido de aventuras
y ansioso por descubrir,
deambulaba diariamente
inmerso en un mundo hostil.
Desahuciado por los dioses,
luchando por sobrevivir,
su vida,
aun sin sentido,
intentaba definir:
"Línea que une una nada
con la que ha de venir.
Línea que nace de un seno,
seno que ha de sufrir.
Línea que crece y se tuerce,
se retuerce por vivir."
Mientras reflexionaba
algo le saco de sí.
Era un rugido terrible,
que su alma estremeció.
Reacciono rápidamente
y a sus armas se aferró,
su cuerpo, bien entrenado,
respondió con precisión.
Sonrió educadamente
dando una explicación,
trago saliva y orgullo
aunque no pidió perdón.
Y su jefe al oírle,
molesto aun por su acción,
le dijo severamente:
¡ se entra a las ocho, Ramón !
La Casería
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Aquí os dejo un escrito de hace unos cinco años… «Este rinconcito está en
el corazón de muchos cañaíllas como yo. En él me bañaba de pequeño, tras un
emoci...
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